lunes, 10 de junio de 2013

Sociedad Procrastinada



Al igual que el sueño de la razón podríamos hablar de toda sociedad y de toda cultura  a lo largo de la historia de la humanidad, aunque quizás, el tamaño, forma y daño de esos monstruos sea proporcional a  la suma de sus individuos sanos. Algo anómalo ocurre en esta sociedad occidental, bajo esta era de la comunicación instantánea en la que Internet se ha convertido en un medio y un fin en el que todo se mueve y sobre el que se retroalimentan conceptos, ideas y valores construyendo un substrato peligrosamente intoxicado a través del cual las nuevas generaciones desarrollan sus principios y sus bases de pensamiento.
Sin duda, a golpe de click, bajo la volatilidad de la idea que no se afianza del todo, y de la tarea que no se sabe o no se quiere concluir, se va hilvanando una nueva sociedad en la que lo más sencillo se pone en funcionamiento dejando de lado lo importante, como una tarea recurrentemente procrastinada por su dificultad o por la ansiedad colectiva que produce.
Nada hay peor que ver cómo nuestros responsables políticos, sociales, económicos e intelectuales, esto es, aquellos que de un modo u otro tienen un determinado poder de influencia en las vidas y el futuro de todos, navegan cada vez más en las aguas de la más infame frivolidad, reinventando conceptos vanos y olvidando la sagrada tarea de educar y de ser elementos transmisores de una identidad cultural que dé garantía de continuidad a las futuras generaciones. Y mientras, bajo esta incertidumbre, mientras todos dejamos lo esencial y nos esforzamos por lo innecesario, un nuevo monstruo crece, y su voracidad no tendrá fin.