domingo, 23 de octubre de 2011

Contraseñas y Redes Sociales

Dentro de la relación de confianza natural que nos prestamos unos a otros, es lógico que nos confesemos cuestiones altamente confidenciales, entre las que se encuentran las claves de acceso para entrar a lugares sólo permitidos para nosotros, sea porque custodian nuestros dineros, por labores de la profesión o porque permiten la realización de publicaciones en lugares públicos o semi-públicos pero de acceso restringido, como por ejemplo, una red social. Y esto porque la cesión de una contraseña implica tanto como la custodia de un secreto, y aquellos a quienes se los hemos confiado sabemos que jamás van a usurpar nuestro rol, ni a usar en contra nuestra o para su propio beneficio la posibilidad de gestionar nuestros bienes o incluso nuestra reputación, en menoscabo de nuestra imagen.Si existiera la más mínima sospecha, no se nos ocurriría ceder esa esencial información.

No obstante, dejando de lado las leyes de protección de datos y nuestro derecho a la intimidad personal, considero que hay determinados factores que todo custodio o responsable de una red social, foro, sitio web y, en general, cualquier medio susceptible de almacenar nuestra información personal, debería de manera lógica tener en cuenta:

  1. Posibilidad de disponer de una contraseña única. Todo sitio adecuado y seguro en la red nos debe permitir generar nuestras propias claves y modificarlas en caso de necesidad o a través de una política específica de seguridad. En el caso peor, y ante la imposibilidad de realizar este proceso, deberá garantizarse la generación de una contraseña única y aleatoria, para evitar la entrega de la misma contraseña a dos usuarios. Esto es lógico, ya que peligra la cadena de relaciones de confianza mencionada más arriba.
  2. Nunca, un sitio web, debe tener definido o registrado un nombre de usuario, correo electrónico o dato identificativo nuestro, con antelación a nuestro consentimiento expreso, ya que si nosotros no hemos realizado el proceso de registro de manera voluntaria y alguna otra persona lo ha realizado por nosotros, sea por facilitar la gestión o por cualquier otro buen fin, nadie podría tener garantía,  para su justa defensa social, por el uso indebido de una cuenta de la que ni siquiera conoce su existencia.
Por todo lo dicho, es muy conveniente siempre guardarse del uso de contraseñas comunes, habituales, incializadas por webmasters de manera idéntica para todos los usuarios y, en general, de cualquier mala práctica en la gestión de la información que pueda poner en riesgo nuestro honor e intimidad.

Y es que, de manera paralela al dicho de que una buena valla hace un buen vecino, podríamos decir que una buena contraseña hace un buen amigo.


domingo, 16 de octubre de 2011

No cerremos nuestras manos

Que todos actuamos con la mejor y más altruista de nuestras voluntades es un hecho que carece de discusión, pues incluso cuando decidimos manipular circunstancias o personas buscamos un fin benéfico, sea hacia nosotros mismos, hacia nuestro grupo social o, en el caso más pragmático, hacia toda la comunidad.
Pero la cuestión clave es si nuestro fundamento, esa piedra angular de nuestras intenciones, contiene el firme propósito de renunciar de antemano a nuestros logros, todo ello por si llega el caso de que nuestras pretensiones hagan resentirse el edificio social. Y es que puede ocurrir que, a medida que nos vamos afianzando en nuestro buen propósito, esa misma reafirmación puede estar creando la brecha que nos separa del bien general inicial que teníamos planeado.
Cuando una persona o grupo social adquiere un rol de responsabilidad en la gestión de una comunidad, es necesario que, de manera proporcional, su voluntad se diluya, se vuelva transparente, y deje que las cosas se canalicen de una manera suave, siempre a la búsqueda de su propio equilibrio. Pero ocurre a veces que, cuando se gestiona el poder, surge la dulce tentación de considerar que nuestro criterio es lo mejor para el bien común, y esto nos lleva a establecer la norma, y cuando esta no es tenida en cuenta, cerramos ligeramente el puño intentando que lo que tenemos en la mano no se nos escape. Pero al apretar más y más, resulta que nos cabe menos en el hueco y sobreabunda lo que se escurre entre los dedos, y así surge la oposición a nuestra idea, la que deriva en voluntades encontradas y, en el peor de los casos, en enemistades que nunca deberían darse.
Es importante mantener el buen espíritu ciudadano, desde nuestro sentido de la responsabilidad, y desde la sabiduría que -bajo la regla de la mejor humildad de que seamos capaces- nos haga entender a todos que quien gobierna está obligado a servir y comprender al grupo, y a fomentar los lazos de armonía, esto aun a riesgo de echar a perder sus propios y lícitos objetivos personales. Y misteriosa y paradójicamente, este comportamiento puede hacer que nuestras intenciones iniciales se vean cumplidas con éxito.

sábado, 15 de octubre de 2011

Generosidad

Futilidad de la razón humana, me pregunto sobre nuestras actitudes, sobre la mayor parte de los afanes en los que gastamos nuestra vida y compruebo que son nada. Solo un vagar por el mundo, buscando una satisfacción, un gozo temporal, una ambición inútil. ¿qué será de nuestra nada cuando hayamos muerto?¿Para qué la naturaleza gasta tanta energía en lo que nada aporta y muchas veces, incluso destruye?
Y sin embargo,ella se derrama en generosidad, permitiendo que, donde haya una posibilidad remota de vida, ésta se desarrolle hasta su plenitud, sin mirar rendimientos ni garantías de que sirva o aporte algo. Solo generosidad sin medida, una lección más para aprender.

viernes, 7 de octubre de 2011

La disección de la realidad


Hace muchos años, un otoño, salimos al bosque un amigo y yo, con la esperanza de encontrar una seta que queríamos recolectar. Sabíamos que tenía unos diez centímetros de alto por un centímetro diámetro en el sombrero, así que, al ser tan pequeña, nos agachamos en un prado de hierba apartándola con cuidado para encontrarlas, y así permanecimos toda la mañana, andando a gatas y con la cabeza cada vez más hundida en el suelo, recogiendo los que nos parecían posibles ejemplares de esa especie. Pero cuando volvimos a recuperar nuestra perspectiva (cuando dejamos de buscar) no pudimos evitar un buen rato de risas ya que, mirando en la palma de nuestra mano, lo que habíamos recogido no era sino unas cuantas variedades de unos ejemplares ¡que no medían sino unos pocos milímetros de alto! , habíamos estado enfocando nuestra atención cada vez más lejos de nuestra referencia inicial, hasta que nuestra realidad nos hizo creer que algo cien veces más pequeño podía ser lo que andábamos buscando.
El mito de Adán y Eva expresa la primera división primordial, aquella que, en algún momento del desarrollo de nuestro ser o de nuestra conciencia, segmentó la realidad en dos, creando una dualidad inexistente hasta el momento. Bien-mal, luz-oscuridad, yo-otro. A lo largo de nuestros milenios de existencia, no hemos hecho sino segmentar y categorizar cada vez más nuestro conocimiento de la realidad, diseccionando y penetrando en territorios progresivamente más pequeños o remotos, con la firme creencia científica de que, detrás del siguiente paso, se nos revelará una mayor sabiduría y un mejor conocimiento. Como si subdividiendo infinitamente los números que existen entre el uno y el dos pudiéramos llegar al número final, o al número uno de nuevo.
Pero las preguntas que me hago son: ¿a medida que la ciencia y el conocimiento avanza, gracias a tecnologías cada vez más sofisticadas, que detectan subpartículas  y escanean el universo remoto, nos acercamos o nos alejamos progresivamente del conocimiento de la realidad?¿la especie humana está en aquella misma situación de mi amigo y yo en aquel bosque en que, partiendo hacia un objetivo, cuanto más lo buscábamos más nos alejábamos de él?
El hombre de hoy ha acogido a la ciencia como a un dogma de fe, pero parece que estamos navegando por un mar oscuro, dividiendo en dos las aguas de la realidad, mientras dejamos una imperceptible estela en la larga noche de la historia. Quizás sería bueno recordar en estos tiempos que, en algún momento de nuestra historia, partimos de tierra firme.

jueves, 6 de octubre de 2011

Nichos energéticos (2ª parte)


Anteriormente he comentado cómo se produce el desarrollo de nuestra especie en base a las condiciones energéticas con las que nos encontramos.
Pero el eterno interrogante es ¿qué va a pasar a continuación?, o, lo que es lo mismo, ¿por dónde se sigue continuamos nuestra historia humana?, y es que, aunque a lo largo de la larga vida de la especie humana –o corta si lo comparamos con el desarrollo biológico de la tierra- parece que la lógica evolutiva ha sido progresiva y constante pero, si nos fijamos detenidamente, vemos que han existido hitos que, durante los momentos más dramáticos o bajo necesidades específicas, un hallazgo ha suscitado un salto hacia otro modelo de vida, y da igual que estemos hablando del descubrimiento de la rueda o de una vacuna.
Estoy totalmente convencido de que, al igual que las termitas y otros seres vivos, nuestra especie es un organismo colectivo, en el que a un nivel profundo y subconsciente nos comunicamos cuestiones vitales para nuestra supervivencia.  Un invento, un descubrimiento, no es sino la respuesta colectiva a un cambio de paradigma, viendo la luz a través de una mente individual, como un manantial que, subyaciendo bajo una enorme masa de tierra, sale a la superficie por un pequeño punto.
La respuesta vendrá, tarde o temprano, y se descubrirá una nueva energía que provocará nuestro nuevo salto cuántico, ese en el que de nuevo miraremos atrás con pasmo, y contemplaremos la era del petróleo y el carbón como una época tan oscura como el medievo o la era glacial.
Sin embargo, esos momentos claves, aquellos en los que nuestro subconsciente colectivo descubre estas bondades, parece que siempre obedecen a momentos en los que puede peligrar o existe un estancamiento en la especie humana, por ello, es posible que, tarde o temprano, vengan esos malos tiempos, los necesarios para crecer hacia una nueva fase de la humanidad, y hacia un nuevo nicho energético, infinitamente más potente que el actual y, confiamos, más acorde con el respeto del equilibrio de nuestro planeta, el único hogar que poseemos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Nichos energéticos

A menudo podemos contemplar en la naturaleza cómo unas condiciones especiales en una zona extrema producen un nicho de vida, la cual se desarrolla hasta el límite de sus posibilidades. Estas colonias de seres utilizan ese calor, luz o la energía específica del lugar para reproducirse y ocupar ese espacio óptimo para su vida. Finalmente, cuando la energía mengua o desaparece, la colonia de vida lo hace a la misma velocidad.
No podemos negar que los seres humanos somos uno de esos nichos, y que al amparo del petróleo hemos ocupado un ecosistema muy amplio, que abarca el planeta, incluso en sus más remotas y sensibles zonas. Pero podría llegar un momento, quizás no tan lejano, en que estos hijos de la energía decrezcan con la misma velocidad que la indisponibilidad de recursos.

martes, 4 de octubre de 2011

Las redes de informacion y la pérdida de la mismidad

Que cada vez somos menos anónimos en esta cultura de la  sobre-información no es ninguna novedad a estas alturas.
De manera progresiva, nuestros límites interiores relativos al carácter, ideología y conocimiento se van perdiendo en los mares siempre revueltos del intercambio de datos -que no de conocimiento- que padecemos en el mundo desarrollado.
A menudo observo cómo la indiferencia se apodera de nuestro modo de ser mientras nos sabemos espiados en nuestros usos y costumbres a través de Internet, traceados nuestros movimientos en mapas y antenas celulares y controlados, de algún modo, por los grandes sistemas de la red global. Ni siquiera nuestros sistemas de relación son íntimos, pues somos esclavos de nuestro muro y de lo que allí se publica, dejando el control de nuestra matriz de contactos a la ingeniería social de redes como Facebook, Tuenti, linkedin y otras tantas.
Y mientras menguamos y venimos a ser menos persona y más superficialidad, nos esforzamos en no quedar perdidos en el anonimato de la red, intentando brillar con luces de neón a través de los mensajes que emitimos, esos que dicen que, en el fondo, no tenemos nada que decir. Como éste que estoy ahora escribiendo.

lunes, 3 de octubre de 2011

Desarraigo forzoso

A veces un zarpazo inesperado nos deja sin respiración,con las entrañas abiertas y teniendo que soportar, entre humillaciones, cómo nuestro paisaje social se desdibuja de la noche a la mañana por las decisiones de una justicia que no mira ni corazones ni intenciones, sino leyes a aplicar a ojos cerrados, en un sueño monstruoso de una razón sin fundamento.

Yo tenía un vecino, de esa clase poco habitual de personas que nunca molestan pero siempre ayudan, que nada piden pero siempre ofrecen, que comparten sin medida, tan generoso, que siempre sientes una deuda de gratitud hacia él.

Me pregunto qué mísero corazón y qué mezquina voluntad ha provocado este desarraigo forzoso y con qué derecho se le separa a un hombre de su hijo y de su hogar.

Hemos perdido algo más que un vecino, ahora tenemos algo menos de fundamento, de razón y de conciencia para vivir en comunidad, pues nos falta justamente la parte que tú nos regalabas con tu presencia.

Esperamos verte pronto Luismi.