viernes, 7 de octubre de 2011

La disección de la realidad


Hace muchos años, un otoño, salimos al bosque un amigo y yo, con la esperanza de encontrar una seta que queríamos recolectar. Sabíamos que tenía unos diez centímetros de alto por un centímetro diámetro en el sombrero, así que, al ser tan pequeña, nos agachamos en un prado de hierba apartándola con cuidado para encontrarlas, y así permanecimos toda la mañana, andando a gatas y con la cabeza cada vez más hundida en el suelo, recogiendo los que nos parecían posibles ejemplares de esa especie. Pero cuando volvimos a recuperar nuestra perspectiva (cuando dejamos de buscar) no pudimos evitar un buen rato de risas ya que, mirando en la palma de nuestra mano, lo que habíamos recogido no era sino unas cuantas variedades de unos ejemplares ¡que no medían sino unos pocos milímetros de alto! , habíamos estado enfocando nuestra atención cada vez más lejos de nuestra referencia inicial, hasta que nuestra realidad nos hizo creer que algo cien veces más pequeño podía ser lo que andábamos buscando.
El mito de Adán y Eva expresa la primera división primordial, aquella que, en algún momento del desarrollo de nuestro ser o de nuestra conciencia, segmentó la realidad en dos, creando una dualidad inexistente hasta el momento. Bien-mal, luz-oscuridad, yo-otro. A lo largo de nuestros milenios de existencia, no hemos hecho sino segmentar y categorizar cada vez más nuestro conocimiento de la realidad, diseccionando y penetrando en territorios progresivamente más pequeños o remotos, con la firme creencia científica de que, detrás del siguiente paso, se nos revelará una mayor sabiduría y un mejor conocimiento. Como si subdividiendo infinitamente los números que existen entre el uno y el dos pudiéramos llegar al número final, o al número uno de nuevo.
Pero las preguntas que me hago son: ¿a medida que la ciencia y el conocimiento avanza, gracias a tecnologías cada vez más sofisticadas, que detectan subpartículas  y escanean el universo remoto, nos acercamos o nos alejamos progresivamente del conocimiento de la realidad?¿la especie humana está en aquella misma situación de mi amigo y yo en aquel bosque en que, partiendo hacia un objetivo, cuanto más lo buscábamos más nos alejábamos de él?
El hombre de hoy ha acogido a la ciencia como a un dogma de fe, pero parece que estamos navegando por un mar oscuro, dividiendo en dos las aguas de la realidad, mientras dejamos una imperceptible estela en la larga noche de la historia. Quizás sería bueno recordar en estos tiempos que, en algún momento de nuestra historia, partimos de tierra firme.

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